sábado, 30 de julio de 2011

Pase de abordar

Lo más difícil del amor es aprender a dejar partir a las personas que amas.

Eso no lo digo yo, simplemente ocurre.
Un día alguien totalmente desconocido te sonríe, y en un lapso de tiempo no muy largo se vuelve una extensión de tus afectos, donde uno ya se siente parte de esa persona también.
La verdad es que no es nada fácil despedirse. Hace apenas unos días platicamos por teléfono, y de unas 5 horas para acá, en la sala de espera, tristes aguardamos el anuncio de su partida. Ojalá se cancele el viaje, ojalá las vacaciones fueran más largas.
La cosa es que puestas las cosas en perspectiva, uno renuncia no por gusto, sino porque inevitablemente sucederá y por salud mental es preferible la sensatez, y el deseo de un bienestar mayor, o al menos la ausencia del sufrimiento, el del otro, en la medida de lo posible. Tal vez un Buen viaje, un Hasta pronto, o Buena suerte, ya de últimas un irremediable Allá nos vemos. No se trata simplemente de intentar poner cara de póquer. Ni de disimular que el dolor it's in the bone. Cala, y ni siquiera se sabe si lo que duele está en el dedo chiquito, en las tripas, duele todo el cuerpo o nada más se te resquebraja el alma.

Sin embargo, antes de caer en la autocompasión, mi acompañante, me ha mostrado su honestidad brutal. Tal vez se le llame entereza o plena consciencia de la realidad, sin sentimentalismos blandengues. Yo soy más cobardita por lo visto. En su lugar, no puedo ni pensarme. En estos momentos se supone que puedo ser su soporte y parece que me le estoy recargando. Son horas difíciles, y en nuestro horizonte desearíamos que ese tren llegara con un retraso de varios años.

Yo no sé despedirme de las personas, la única forma que tengo es a través de mis recuerdos y mis pensamientos. A lo mejor me ausento un poco de esas realidades dolorosas, no para negar su existencia, sino para guardarme en cambio lo que ni la vida puede arrebatarme. Las emociones de lo vivido.

Así, aunque se aflojen los mocos, y los ojos se pongan de sapo, no sirve de gran cosa más que para desahogarse uno mismo. Un ocúpese en caso necesario que no le servirá de mucho pero al menos se entretiene. O dicho poéticamente porque sus cristalinas lágrimas son las emociones que ya no le caben en el cuerpo.

La otra persona, inconscientemente espera un mejor destino. Uno no puede más que aguantar vara, intentar sonreír y agradecer. Desde el coctel de aguacate hasta el regalo que planeabas para mi hija. Infinitas gracias por todo.

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