De hecho aborrezco a esas mafias y los clientes cautivos que mantienen la industria de la mendicidad.
Pero hoy, pensè que habìan tomado un nuevo giro. Deje atràs a los niños haciendo malabares con pelotas y entre los coches, al payaso haciendo un truco con globos, el contorsionista, el limpiaparabrisas, o el vendedor de flores, dulces, muèganos, cargador de celular, o sombra para el sol.
Lo que encontrè fue a un chico, enfundado en un traje de azteca apache. Poca ropa, buen cuerpo y bastante amable.
Me alegrè la pupila y todavìa echè un vistazo en el retrovisor, de a gratis.
Pero se agradece, el gesto amable, y el tacazo de ojo con todo y penacho.
Foto, tomada por minipunk, en Flickr, usada bajo licencia Creative Commons Attribution NonComercial 2.0 Generic.