martes, 24 de septiembre de 2013

Sandunga


No nací cronista, de hecho habré nacido como casi todos, con los ojos cerrados y deseando haber caído en buenas manos y no de las manos. Pero todo tiene un orden de sucesos, que luego se escogen deliberadamente para que cuadre la historia.

El caso es que cuando yo llegué a este mundo y paño de lágrimas, en mi casa ya estaba otra niñita. Ahora solo recuerdo esas primeras imagenes por lo que vimos en nuestros álbumes familiares. Aquellos que alguna tormenta se llevó o dejó. A su lado, crecí y tuve una infancia feliz, luego se nos sumó mi hermano y fuimos muy contentos en nuestra lucha. Donde hay 3, se hacen equipos de 2 y 1 integrantes, mutables segun conveniencias. Así que entre risas y más de uno que otro gancho al hígado fuimos creciendo bajo el abrigo, regaños y cariño de nuestros papás.



Ahora, esto viene al caso, porque mañana es el cumpleaños de mi hermana. Uno aprende a querer a sus hermanos, por el tiempo que se convive, lo que se vive, y después de años, uno en verdad aprecia que no es solo el lazo fraterno, sino que incluso se han convertido en tus mejores amigos. Así es mi hermana. Ella tiene muchas cualidades, y no hace falta tratarla mucho para darse cuenta de que es terriblemente noble y muy sensible. De niña me gustaban siempre sus dibujos, el trazo más simple podía convertirlo en algo muy agradable a la vista. Aprendió a leer muy chica, y siempre se ha caracterizado por ser pulcra y muy ordenada. Nos recuerdo en esos tiempos, y  era típico ver a mi hermana siempre con los pasadores muy bien colocados en su cabello perfectamente peinado, versus la niña de la caverna, digamos que en short y una calceta más abajo que otra. En las fotos familiares, uno la encuentra con su vestidito hermoso, con su sonrisa discreta, y bien acicalada, como si hubiese llevado un curso de moda antes de nacer. Es terrible tener una hermana así. Como con 20 cm más larga que yo y menos de un año de diferencia y un mundo de habilidades más de delantera.





Como casi todos los hermanos, también hemos tenido diferencias que se han solucionado a veces bien, a veces a medias con unos buenos cates, el gancho al hígado, desgreñadas o un zapatazo bien acomodado con certera puntería.
Por si fuera poco, no solo vivimos la infancia juntas, sino también la pubertad, esa etapa horrible y donde ambas nos declaramos irreconocibles porque también fuimos compañeras de escuela preparatoria, en el mismo salón. De pilón también iba nuestra prima. El rancho no es tan chico, pero así nos tocó y es una especie de lotería coincidir con tantas parientas en el mismo salón de clases. Tiene sus ventajas, de lo demás, no me pregunten.
En esas fechas, nos dimos un susto terrible, en un experimento de laboratorio explotó un matraz y salpicó de ácido el rostro de mi hermana. Fue de las veces que sentí ese zarpazo en el corazón de saber que alguien que quieres está en peligro. Afortunadamente, el dermatólogo indicó lo adecuado y mi hermana es muy metódica, así que cumplió las indicaciones estrictamente. A la fecha, tiene una piel de rostro hermosa.
Pocas personas tienen la fortuna de poder platicar con ella, y la verdad yo extraño a menudo mis salidas con ella, porque es indudablemente de las que te hacen sonreír sin mucho esfuerzo y logra transmitirte toda esa buena vibra que genera. Alivianada, y tal vez es la parte esotérica de la familia que yo nunca logro asimilar., pero es una habilidad que ella tiene, puede leer a las personas emocionalmente. Solidaria como poca gente he conocido, y siempre dispuesta a ayudar cuando alguien lo necesita, ojalá  hubiera muchas más como ella en este mundo. 
Espero que mañana tenga un muy feliz día de cumpleaños, siempre el mejor de todos mis deseos irá para ella. Te quiero Sandra.






1 comentario:

Pilar Nieto dijo...

Las hermanas son la onda! y la tuya no es la excepción. Me siento afortunada de haber coincidido con ella :D

¡Feliz cumple Sandía! que sea un hermoso ciclo lleno de alegrías

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