domingo, 30 de junio de 2013

Príncipes azules


Foto: My Pirnce??? por  thephotographymuse en Flickr.com. Usada bajo licencia creative commons 2.0.





Muchas mujeres crecen la con idea de la búsqueda de un príncipe azul. Dicho de manera romántica, porque nadie en su sano juicio buscaría algo así. Pero llenan a esa fantasía, y le alimentan constantemente, a fuerza de repeticiones, basándose en imágenes de caricaturas o películas.
Les diré lo que en mis tiempos de secundaria, las chicas a mi alrededor pedían para novio a alguien que fuera: alto, guero, ojos azules, rubio.
(pausa para reírnos)

Ok, en un rancho en el que francamente había pocos güeros, sin muchos que rebasen el 1.70 m de estatura, ojos oscuros como su conciencia porque los ojos azules, ¡ni siquiera había pupilentes de colores! y rubios, eso sí siempre ha habido por estos lares, gracias a L'oreal.
Miss Universo buscando a Mr Universo.

Pero volviendo a la realidad, todas las que a esa edad (entre 14 y 16 años) tenían novio, pues aceptaban ahí al puberto precoz que había logrado vencer sus propios miedos y se había aventado el numerito de pedirles que fueran novios.
Otro punto es que a lo mejor hay chicas que aunque les gusten prietos como el carbón, solo temen que sean objeto de burla si opinan algo distinto a lo que la mayoría.

Por esas épocas francamente yo ni me había detenido a pensar qué era lo que me gustaba., por mi edad 11 a 13 años, de noviecitos no hablaba nada, a duras penas me fijaba en la hora para ver las caricaturas.

Conforme fui creciendo, pues seguía escuchando esa fantasía entre algunas de mis compañeras o amigas aunque ya más atenuada; menos rubios, no tan altos, no tan güeros, y aunque sea que tuvieran ojos biches. 

Cuando los chicos empezaron a llamar mi atención y eso ya fue a mediados de bachillerato, donde solo veía de reojo a alguno que otro. Pues sin hacer muchos análisis, mis gustos se definieron por la lógica hormona. Indistintamente, morenazos tirando a prietos, gueros o amarillos, no tan altos, y de una vez flacos. 
El 90% de la población masculina en edades cercanas a la mía, cumplían el requisito, los de piel color verde francamente siempre han estado descartados y México todavía no tenía tantos obesos como ahora.  Ahora, nada más para hacer un buen filtro, y no tener que complicarme la vida con ese 90% que tampoco se trataba de acaparar, me di cuenta que debía existir un requisito todavía más importante, que fueran listos y les gustara leer (leer de esas mafufadas que me gustan). Ok,quedaron como... pues pocos.

Ahora, pensaba en eso, porque me di cuenta que muchas personas aunque tengan 30 o 40 años persisten con su fantasía, no se rinden, vaya, tampoco se quedan esperando. Se entretienen de cuando en cuando con prototipos realmente radicales a sus supuestos gustos. ¿Pero cuando uno ostenta edades superiores a los 40? a los hombres ¿les siguen gustando de 16? es hasta enfermizo eso. No me imagino de 80 años intentando magullar a un enfermerito de 20. Ni tampoco soportaría esa frustración constante cuando las expectativas rebasan las posibilidades.

En mi caso, mis gustos crecieron, o evolucionaron., y me di cuenta que la calvicie a algunos hombres no les sienta tan mal. Mientras el cráneo relumbre con ideas graciosas y llenas de ingenio. Ya decía yo, Germán Dehesa tenía un lado muy sexy.
No sé si sea resignación, yo creo que simplemente me adapto y soy feliz con mis alcances, y si se ha de tratar de seguir sonriendo al lado de un viejo lleno de arrugas, calvo y corto de vista, pues ¿qué más da?.











lunes, 24 de junio de 2013

De retache




I'll back!

Fue lo que dije hace años, cuando pisé por última vez un gimnasio. Luego estuve pachangueando mi escultural cuerpo por clases de yoga, las cuales no fueron por mucho tiempo, y eventualmente trotando a todo galope y la mayoría de veces a medio.
De 20 a 25 minutos es lo que suelo correr, cuando corro. Supongo que genéticamente ya vengo programada para durar ese tiempo. Es decir, si deseo correr más rápido o más tiempo, todo se basa en entrenar, no hay de otra. 
En casa, realmente me resulta complicado hacer ejercicio y como todos tengo los pretextos más creativos para disuadirme de la vida sport que pueden necesitarse cuando la ocasión lo amerita. 

Ahora, pues uno se cansa, de andar con lonjas. Sobre todo cuando el maldito metabolismo se ve más lento que de costumbre y las cantidades de comida, ya son un poco más grandes que las acostumbradas. Así me llevé una racha en los últimos meses del año pasado, entre festejos y glotenerías, hasta que un día., miserable día, me di cuenta que tuve que cambiar varias veces mi opción de vestuario porque ya me sentía como tamal mal amarrado.

Como lo mencioné en una publicación anterior en este blog, próximamente cumpliré 40 años, y pensé en hacerme un regalo, mejorar mi condición física y tener mejor conservado mi cuerpo. El resto, la vanidad, se integra solo al kit.
Llevé una rigurosa dieta por 9 semanas y media con lo que conseguí bajar 3 kilos, suficientes para que se ve vieran los huesos de las clavículas, y realmente no me interesa pasar al punto de anorexia.
Luego, esperar a acostumbrarme a una ingesta, con glotenerías ocasionales, pero ya más moderada, rogando por no rebotar. Ahora creo que mi metabolismo ya está estable otra vez, y viene el siguiente paso, reafirmar las carnes.

Hoy hice mi aparición a un gimnasio. El lugar que elegí, lo hice de acuerdo a mis rutas de guardería de mi hija, y trabajo. No pretendo pasarme manejando varias horas al día, para ir de un lugar a otro y con eso facilitar el sucumbir pronto. Tengo justo lo necesario, y eso me basta. Sin horarios definidos, podré usar las instalaciones en el tiempo que tenga disponible, y las únicas clases que me interesa tomar en cierto horario, son las de yoga, que será una o dos veces por semana.

Enfundada en mi traje de carácter, llegué de nuevo como novata de la vida sport. Me apalabré con el instructor en turno, me pasaron unos minutos a cardiovascular, y la verdad yo prefiero que me den mi rutina, antes de andar haciéndome la que me las sé de todas todas y terminar como chango acalambrado 12 horas después.
La flora y la fauna de los gimnasios es disfrutable, odiosa, invita a la risa, y distrae del esfuerzo físico. Es la diferencia, de hacer ejercicio en casa, cuando uno lo hace como puede y casi siempre mal.
Por la hora, en su mayoría, los asistentes eran hombres, casi todos tienen un imán para los espejos. Imagino que sienten que los  músculos se marcan a la vista, si dejan de ver, no funcionaría igual o algo parecido. 


Yo soy de las personas calladas, hago lo que me indican, no más, no menos, y observo de cuando en cuando a los parroquianos que me acompañan.

Me he reído cuando al darme un vistazo, el instructor me dice que si deseo también puedo llevar una dieta para subir un poco de peso. Le digo, por favor no que de eso vengo huyendo. Me preguntó cuánto tiempo hace que no hago ejercicio y a mi respuesta me compensa con un te mantienes delgada a pesar de eso. Sirve que de repente troto? o todo se lo debo a la madre natura (gracias!). De paso me ha enterado de su vida, atrás de su nombre, tengo un vistazo de lo que ha sido su experiencia matrimonial. Ok, no es algo que me interese, pero ha de ser que tengo cara de confesor de la reina, inspiro confianza para que me platiquen sus problemas o de plano le urgía desahogarse.

Lo que sí me di cuenta, es que tengo los músculos abdominales ahí reposando, y de toda la rutina, es lo que me ha costado mucho trabajo, maldito cuerpo dóblateeeee sin caerte.

Ya veremos qué sigue en los próximos días.

Por lo pronto, he vuelto.



Foto: a way to a healthy life by Abdullah AL-Naser en Flickr, usada bajo licencia Creative Commons.


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