jueves, 5 de junio de 2014

Perdón

El olvido está lejos del perdón.

He dejado atrás, lo que en otras etapas de mi vida fue/fueron antes impensables lejos de mí. A veces ha sido circunstancial, otras tantas bajo un esfuerzo descomunal y una gran voluntad.

De los últimos meses, o años, mi vida tomó giros inesperados. Los cuales agradezco. He de decir que nunca he estado preparada, me alisto sobre la marcha, y por supuesto que he salido con varios raspones.
He confiado, he amado, me he equivocado, y he perdonado. Lo más difícil no es pedir perdón, sino tener la convicción de no volver a caer en nuestros mismos errores, y por supuesto la voluntad para llevarlo a cabo.
Un perdón es una renuncia, pero también una reconciliación. Se adopta otra actitud y se adquieren aptitudes. Lo que fue, no será.

Ahora, tal vez debería comentar el chisme claro y sabroso, pero en general estoy reflexionando. No son necesarios grandes dramas. Un día, mi paciencia llegó a su límite. No suelo hacer grandes aspavientos, y a veces prefiero que no sepan lo que pienso, se horrorizarían de las palabrotas que luego cruzan fugazmente mi imaginación.

Yo no sé de muchas cosas, pero algunas veces he intentado leer sobre economía, aunque en honor a la verdad, termino echándole un ojo a algun libro que me han regalado buenos amigos y a alguna que otra nota que tengo en mi reader. Pero sumar y restar, eso sí que lo sé hacer. Así, que cuando alguien decidió hacer su corte de caja y cobrarme lo que en su imaginación le debía, me salió el espíritu empresarial del tendero que llevo dentro. Un exabrupto. Es curioso como en las relaciones personales se ajustan cuentas. Al final, los errores se han traducido en números rojos, como casi siempre sucede.

Uno difícilmente actúa mal adrede. Muchas veces se ignora. Hay que ser muy hdspm para hacerlo con ganas de fregar. Nunca intentaré excusar mis propios errores, pero nunca me he arrepentido de amar, querer hasta el tuétano, amo intensamente, a las personas, amigos. Y la han cagado. Me han lastimado. Han abusado. He perdonado.
Por supuesto que no todo sucede de la noche a la mañana. Ni es un plan macabro ejecutado durante décadas. Simplemente cambiamos, y lo que fuimos no es lo que somos. A mí no me duele tanto que no me amen, eso lo acepto con cierta facilidad, conozco la volatilidad que puede tener cierta empatía, confundida a veces con amor o cariño.Lo que me parece muy difícil de digerir es la falta de decisión, la mediocridad en las ideas y poco fundamento en convicciones. Por eso me cuesta trabajo perdonar (me), cuando sucede.

En fin, se acaba la tarde-noche de lluvia, y a mí se me antoja una cremita de mezcal. Hoy me he puesto en reposo, luego de que ayer me dormí con la esperanza de no tener la cara semiparalizada. Woody Allen deja huella, con la hipocondria. Solo ha resultado un párpado que me hace coquetear más de lo acostumbrado., pero bajándole a mi estrés esperemos que se dé por bien servido.


p.s. "me estás leyendo inútil" Epitafios S.A.




4 comentarios:

Unknown dijo...

Del olvido al no me acuerdo.... Ganado a pulso

Georgells dijo...

Dicen algunos que no hay "casualidades" sino "causalidades". En ámbitos esotéricos la afirmación adquiere un tufillo rancio que sus defensores quieren vestir de misticismo. En cambio, en el terreno de la psicología puede interpretarse de una manera muy simple: cuando el comportamiento de alguien me sorprende, hay una causa que lo explica.

Parece simple, pero en el fondo es complicado. Por ejemplo esa máxima popular que afirma que cuando el marido súbitamente vuelve a arreglarse, perfumarse y vestir bien, es que anda "noviando" fuera de su hogar. No hay casualidades. Hay causalidades.

Así a veces, la intrusión en el sueño de alguien más, la repentina conversación, la velada complicidad no son tampoco casualidades. Hay causalidades que animan, que orillan, que estresan, que duelen.

A mi me duele saber que su ojo "la hace coquetear más de lo acostumbrado". Me duele y no le conozco. Me duele pues la he leído hace mucho, he seguido algunas batallas por estos lugares (aquellas en las que ha dejado entrever la fiereza de la vida), y, de algún modo extraño, le conozco. Y le estimo por ello. Y duele saber que su ojo está "coqueto". Pero consuela saber que su alma es grande, su ánimo es resiliente y su buen humor, incansable.

Le mando un abrazo. Brindo con usted con mezcal, desde acá y espero que hoy duerma y deje el ayer allá donde quedó. Ya habrá nuevos mañanas.

G.

Karla Alejandra dijo...

El tiempo de cambios, de cerrar libros, de sacudir el polvo, es siempre tiempo de crecimiento. De tomar la lección y prepararnos para lo que sigue. Porque la vida siempre sigue. Mejor que siga con una mente positiva :)

Exenio dijo...

Dicen que la distancia es el olvido...

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