sábado, 4 de octubre de 2014

Rompeolas


Muchas veces, ocuparé las analogías que ocupen el mar, y hoy escuchaba una canción "Rompeolas" de Quique González, inevitablemente me lleva a muchas ideas y recuerdos durante el transcurso de mi vida.
Y es así. Aprecio muchas cosas en la vida, pero el mar tiene al igual que la música el efecto hipnótico, y puedo cambiar de piel, de casa, de latitudes, vestir como pez de ciudad, pero en cuanto escucho el canto del mar me salen las escamas más bonitas.

No sé cuando ocurrió la primera vez que conocí el mar, pero era un escenario natural, como el caminar por la playa, o atrapar cangrejos, observarle en las noches de tormenta desde el ventanal de mi casa. esa línea en que el mar y el cielo parecen tan juntos. Nunca olvidaré la alegría inmensa que me dió cuando supe que tenía razón en suponer que la tierra era redonda, yo lo intuía observando el cielo acostada en la cornisa y con el mar al fondo. Tarde que temprano me iban a enterar de tan importante conocimiento.


Muchas imágenes volvieron a mí, de días tan lejanos en los que corría con un papalote con los pies descalzos sumiéndose en la arena, o como el día que  me sentí perdida en altamar, a la deriva y saber que podía ponerme a salvo en cuanto pudiera mantener la mente tranquila y el cuerpo libre de pánico. Nadar hasta quedar convertirme en carbón, y vivir despellejada los siguientes días. Ahora no soporto el sol, qué ironía., y uso bloqueadores y me sigo rostizando a pesar de todo a kilómetros de distancia de la orilla del mar.

Un día yo estaré en el Pacífico alimentando a los peces, si es que ninguna autoridad medioambiental se interpone en mi camino. Mientras eso ocurre, voy cada cierto tiempo, y le observo, desde una hamaca, que no hay prisa para el amor.
Pocas veces intenté bucear, en lo único que me superé fue en lograr conseguir monedas en el fondo, y para eso practicaba con un tambo lleno de agua en mi casa. Ahora  me imagino como ballena atorada nada más de intentar darme una vuelta ahí.

He rozado la candidez hasta límites insospechados, y aunque no pareciera o pretendiera, más de una vez he hecho el mismo examen psico-literato-gastro-localizacionista al candidato a acompañante en turno. Es como un test de compatibilidad, conducir a la víctima a mis lugares favoritos, darle a probar mis exóticos gustos, atosigarless con los fragmentos de mis libros favoritos  y analizar a detalle cualquier movimiento facial/corporal como signo de aprobación/desaprobación. Total, tanto quebradero de cabeza analizando respuestas de mis evaluaciones y para no dejarme en mal, terminé dando mis golpes de timón porque llegó a mi vida, sin ánimo de irse, el famoso acompañante, al que su único recuerdo de la playa fue la infección gastrointestinal que pescó de souvenir, y que insistían en hablarle en francés y a mí como su translator  mexica. Maldita discriminación.

A veces, me resulta obvia la diferencia de alguien que ha crecido en una ciudad como el DF, con jardines de asfalto., con el glamour que ofrecen las grandes ciudades, pero sin esa libertad primitiva que ofrece una playa y/o una población pequeña. Los grandes rezagos en muchos rubros, pero también la riqueza silvestre. La modernidad no siempre va de la mano con lo mejor, ni al revés. Aquí hay tema para cuestiones sociales y como para 20 cafés distribuidos en dosis de 4 tazas como máximo por tarde. Ahí luego ahondamos en eso.


Volviendo al tema éste de Rompeolas, también pensaba sobre esos viajes no tan marinos, ni tan catastróficos como el Titanic, Viajes donde llegas al puerto y al malecón, y ese pequeño instante en que pudiste decir algo. O los viajes en que no debiste decir nada.




1 comentario:

El hombre del traje gris dijo...

Yo tampoco soy fan del calor, en las playas corro a un aire acondicionado cada que puedo, o permanezco el mayor tiempo que puedo en el agua...
Pero sin duda el sonido y el aroma del mar son algo insustituible, que te deja muchos recuerdos marcados...

Igual no todos son cálidos, recuerdo el fresco y la obscuridad del báltico... pero de igual forma deja un recuerdo muy marcado...

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