domingo, 14 de octubre de 2012

De muertes y tradiciones


A últimas fechas, como cada año, resurge la tradicional y enfática lucha de tradiciones.
Halloween vs Días de muertos.

Ambas dan para un thriller al estilo Michael Jackson.
No puedo evitar sonreír cuando la razón para defender una u otra, es la "tradición". Dependiendo de la ubicación y el respaldo cultural de cada quién esa es su tradición y tan válida una como otra, y no son excluyentes. Unos ahuyentan a los malos espíritus y otros encuentran un camino espiritual que los una a quienes ya han muerto.
En Oaxaca, mi patria, en algunos poblados incluyendo la ciudad capital, el altar de muertos es una complicada y elaborada exposición de manjares culinarios, fotografías de seres queridos que ya han fallecido, y adornados de frutas, papel de china, beberécuas, incienso, copal, flores de cempazúchil, borla o cartuchos, panes de muerto con su calaverita, procesiones con figuras hechas a base de cucuruchos, cartón y garbanzos simulando la caja de muerto y dolientes, calacas en todas sus modalidades. Lo cual no es fácil de reproducir viviendo en otro lugar. Al centro y sureste del país, hay una reproducción con sus variaciones de los altares de muertos, a diferencia de lo que ocurre en los lugares del norte.
No se trata simplemente de no seguir una tradición, también ocurre que se van sumando otras tradiciones a las familias.

En nuestra pequeña familia, tenemos por un lado, la cultura mexicana-agringada del padre, la mexicana sureña de la madre, el agnosticismo de ambos, y una hija a la que parece no disgustarle ningun fandango.
Mi hija seguramente tendrá una educación bilingüe, a la cual no le es ajena un festejo de halloween, como tampoco le es ajeno un altar de muertos, y sobre todo, si algo para mí es más valioso aún, es transmitirle la hechura de un pan de muerto que solo se realiza en esta temporada y emula la receta de nuestra familia. 

El año pasado mi hija fue a pedir su halloween, siguiendo a la manifestación de pequeños vecinos ataviados con sus simpáticos disfraces. Mis ancestros oaxaqueños seguramente no se incomodarán por ello. No se trata simplemente de transmitir una identidad, sino de formarla, y eso debe contener las experiencias culturales que se van acumulando en el transcurso de la vida. 



1 comentario:

Jo dijo...

y mientras tanto unos se rasgan las vestiduras, cuando es imposible no estar en contacto con influencias... para mi es enriquecedor por donde se vea
ni una ni la otra tiene que emular
nada...
la gente no aprecia el valor de sus vidas ni de la manera en que disfrutas la vida, haces las cosas por el que dir;an o por una moda...

Yo creo que todo tiene un sitio , claro que si me dan a escoger seguramentge me quedare con las calaveritas literarias y el intercambio de las mismas aunque suban la glucosa

:P

es de las epocas mas bonitas y favoritas.
y hay una mezcla de cosas
solemnidad, tradicion, olores partioculares, alegria color...
que mas se puede pedir
tu amita seguro que la disfrutará

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