lunes, 8 de octubre de 2012

Experiencias




En algun momento de nuestra vida, alguien nos pregunta por nuestra experiencia.


Independientemente del contexto, casi siempre la cara de póquer es lo que sigue como respuesta. Lo inútil de la experiencia es que cuando la adquieres ya parece no servirte de gran cosa, el daño ya está hecho, el bajo salario ya está aceptado, o ya están a punto del agujero negro que ha de transportarles a mejores mundos, sin albur.


No es tan inútil del todo, sin la experiencia y los estragos consecuentes, el aprendizaje sería casi nulo. La experiencia a veces no es un saco de ganancias, a veces es lo que hemos restado de nosotros. Pocas veces te alaban porque sabías demasiado, pero es deseable tener tantita experiencia, la suficiente como para seguir aprendiendo en el nuevo proyecto, o relación.


También la amistad se da en base a las experiencias que se dan entre los perfectos desconocidos. Entre las amistades más entrañables que tengo, es cierto que nos conocemos de hace años sí, hemos reído mucho sí, pero también hemos pasado muchas situaciones absurdas que con el paso del tiempo se convirtieron en risas, o tristezas que sucedieron, pero sirvieron de pretexto para fomentar el vínculo. Sin experiencia, parecen no darte un trabajo, pero igual sin experiencias tampoco ganas afectos.

A todo esto, hoy pensaba en los casi perfectos desconocidos, pero habituales en mi vida. Desde hace días no había visto al señor que hace la especie de viene-viene a las afueras de la estancia donde acude mi hija. Pregunté a su hijo, que es el segundo al mando. Me ha conmovido saberlo. Su padre enfermó, estuvo hospitalizado, ya en casa con un triste pronóstico, sin poder moverse y su hijo a la espera de que haya una mejor vida para él. Platicarlo, tal vez haya sido su forma de hacernos menos desconocidos, no interesa mi opinión, lo único que puede uno es quedarse ahí y esperar a que se desahoguen. Luego me pongo apocalíptica, subo a mi coche y espero que el siguiente choque no sea el mío.
Hace un par de años recién circulaba por esa calle, me divertía cada que el señor viene viene me daba instrucciones para estacionarme o para salir librando los baches. Era un asunto así de detengan la circulación que la señora con mini coche no augura nada bueno. Ojalá suceda lo mejor para él., yo le he conocido poco, sin embargo no puedo evitar conmoverme ahora sabiendo por lo que pasa.

Por otro lado, me ha sido catártico, conozco gente que casi no conozco, de quienes cada vez me ocupo menos. Es así, uno se siente más cercano con quienes convives, no es cuestión de sesiones largas de tiempo, sino de esa charla directa, sabiendo lo que le importa al otro, lo que le duele, lo que le alegra.
Así que me he propuesto, no preguntar por la experiencia, todos las irán teniendo, pero sí me interesa, vivir las experiencias junto a la gente que quiero, o la que estoy por conocer.




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