Historias de taxi. Capítulo 23

Ahí van las novedades de los últimos días.
Rumbo a mi trabajo, como muchas otras veces ahí venía chacoteando con el Sr. taxista, había mucho tráfico, ya sé que eso no es novedad, pero había un motivo por el cual aumentaba la cantidad de coches que esperábamos pacientemente a que se desahogara la vialidad.
Una ñora estacionada en doble fila, mientras un muchacho le cargaba sus canastos.

A todo dar!

No me diga que esto le es familiar. Todavía quiero creer que nunca pasó, solo lo soñé.
Pero la situación se pone peor, al pasar al lado de ellos el sr. taxista les dice, "a la otra si quieren tapan la calle" con ese humor tan mexicano, el optimismo ante todo.
Pues estuvieron a nada de partirle la feis y extraerle algunas piezas dentales. Porque el muchacho que cargaba los canastos fué corriendo junto a su ventanilla e intentó jalonearlo mientras el dueño (supongo) del changarro donde la ñora hizo sus compras, se apresura a sumarse a la maraquiza.
¿Muy valientes no? Yo de pasajera, pienso si también me van a jalonear.

Pero vea usted, adelante de la camioneta de la ñora, un sonriente agente de tránsito. Me quedó la extraña sensación de que ese uniformado estaba cuidando esa camioneta y otra que estaba un poco más adelante estacionada también en doble fila.
Y complaciente veía como intentaban pegarle al Sr. Taxista.

Eso somos.

Una autoridad que cuida a quienes infringen las leyes, unos ciudadanos temerosos y que nos amedrentamos porque nos sacan un cuchillo cebollero y amenazan con darnos una madriza por osar inconformarnos. Tan calladito que pudo seguir su camino el sr. taxista, luego de esperar varios minutos a que una ñora se dignara a dejar de entorpecer el tránsito vehicular.

Diría que me entristece ver que por donde sea hay situaciones de gente gandalla, aunque acostumbrarse y no sentir ni tantita indignación sería peor aún. Unos días, casi a diario, nos preguntamos por qué tenemos tantos problemas. La respuesta parece ser muy sencilla: porque somos generadores de problemas no de soluciones. Olvídelo, si alguna vez pensó que el ser gandallas los hace ser gente mejor, no, eso nos hunde a todos.

En serio, en la historia ficticia del día de hoy, uno no puede cambiar al agente de tránsito, no inmediatamente, pero sí puede ser mejor ciudadano, no estorbar, ni entorpecer las vialidades es un buen comienzo. Su basura tírela en el basurero de su casa si antes no hubo en el camino un lugar adecuado donde depositarla. Esto por el tipo que arrojó su basura casi a mis pies en la calle, yo solo le avisé que se le había caído. Actualización: Sea precavido, el decirle a un perfecto desconocido sus fallas puede terminar en tragedia, el grado de violencia es alto. Lo que propongo en sí, es empezar con nuestras propias fallas. Por ejemplo ¿cuántos de los que leen este blog se han parado en doble fila? o un inocente "nada más unos minutos", les agandallo para llegar más pronto... y así por el estilo.
Ya puede seguir como estaba este post originalmente.

Empezar a ser buenos ciudadanos cuidando que nuestras acciones no afecten a otros, no debería costarnos trabajo, pero lueguito se ve que hay muchos que tienen una gran área de oportunidad para mejorar en su persona.