La vida está llena de sorpresas, basta abrir el refrigerador para constatarlo.
Desde hace unos meses, me percaté de una extraña conspiración. Claro, hay que darse su importancia. No es un detalle casual. Es que para fomentar conspiparanoias, he visto una cadena de acciones, todas encaminadas a demostrarme que los tetra pack pueden convertirse en un arma letal.
Hasta hace unos años, los jugos y leche envasados, venían ya en caja, habían pasado la faceta de frasco de vidrio y dieron paso a la modernidad, ahorrando espacio y facilitando su almacenamiento. Uno solo tomaba unas tijeras, o cualquier otro objeto cortante, incluyendo los dientes dependiendo del gusto o prisa. Recortaba sobre la línea punteada, que suele ser el área más difícil de rasgar, y ya estaba, para guardar, hacía un doblez y a rogar porque durara unos días el producto, guardado en el refri.
La gran desventaja es que ese cierre era mucho menos hermético que la modalidad actual. Una tapita muy estética que en un click abre y cierra manteniendo con mejor sabor su contenido.
Pero ahí es donde se retuerce todo el asunto. Cuando la delgada lámina de aluminio que protege el interior, nada más no se abre como se supone que debería hacerlo. Y parece que a mí me tocan todos los envases con defecto. Lo de menos es abrirlo a la mala, empujando con un dedo, o ayudándose con un cuchillo. Lo peor es que un fragmento del metal se vaya en un buche.
Experiencia nada recomendable y por demás espeluznante.
Haciéndole caso a Murphy, justo me ocurrió en el peor momento posible, en el que tenía que tomar varios medicamentos y ahí voy, enfilando los botes y cajas de pastillas para ir en orden y no terminar tomando un medicamento doble vez y obviando otros. Pues en esas estaba entretenida, cuando sentí que algo me lastimó la garganta, no había mucho que pensarle, se me fue un pedazo del tetra pack al gañote, junto con el jugo y la pastilla.
De primer impulso quería darle efecto reversé, pero si ya había pasado para qué regresarlo? con riesgo de expulsar todo el pastillerío o cosas peores. Por supuesto que aflige pensar que daño tóxico pueda causar, al combinarse con el jugo gástrico, pero pues no quedó de otra que rogar porque el fragmento de fierrito algun día recorriera el mundo, siguiendo todos los caminos necesarios para llegar a los drenajes profundos.
A partir de ese episodio, nunca más le perforo sin poner especial atención en evitar que pequeños fragmentos metálicos caigan al interior. Si lo de tragaaldabas es solo un dicho, pero no hay por qué hacerla de faquir sin vocación.
Desde hace unos meses, me percaté de una extraña conspiración. Claro, hay que darse su importancia. No es un detalle casual. Es que para fomentar conspiparanoias, he visto una cadena de acciones, todas encaminadas a demostrarme que los tetra pack pueden convertirse en un arma letal.
Hasta hace unos años, los jugos y leche envasados, venían ya en caja, habían pasado la faceta de frasco de vidrio y dieron paso a la modernidad, ahorrando espacio y facilitando su almacenamiento. Uno solo tomaba unas tijeras, o cualquier otro objeto cortante, incluyendo los dientes dependiendo del gusto o prisa. Recortaba sobre la línea punteada, que suele ser el área más difícil de rasgar, y ya estaba, para guardar, hacía un doblez y a rogar porque durara unos días el producto, guardado en el refri.
La gran desventaja es que ese cierre era mucho menos hermético que la modalidad actual. Una tapita muy estética que en un click abre y cierra manteniendo con mejor sabor su contenido.
Pero ahí es donde se retuerce todo el asunto. Cuando la delgada lámina de aluminio que protege el interior, nada más no se abre como se supone que debería hacerlo. Y parece que a mí me tocan todos los envases con defecto. Lo de menos es abrirlo a la mala, empujando con un dedo, o ayudándose con un cuchillo. Lo peor es que un fragmento del metal se vaya en un buche.
Experiencia nada recomendable y por demás espeluznante.
Haciéndole caso a Murphy, justo me ocurrió en el peor momento posible, en el que tenía que tomar varios medicamentos y ahí voy, enfilando los botes y cajas de pastillas para ir en orden y no terminar tomando un medicamento doble vez y obviando otros. Pues en esas estaba entretenida, cuando sentí que algo me lastimó la garganta, no había mucho que pensarle, se me fue un pedazo del tetra pack al gañote, junto con el jugo y la pastilla.
De primer impulso quería darle efecto reversé, pero si ya había pasado para qué regresarlo? con riesgo de expulsar todo el pastillerío o cosas peores. Por supuesto que aflige pensar que daño tóxico pueda causar, al combinarse con el jugo gástrico, pero pues no quedó de otra que rogar porque el fragmento de fierrito algun día recorriera el mundo, siguiendo todos los caminos necesarios para llegar a los drenajes profundos.
A partir de ese episodio, nunca más le perforo sin poner especial atención en evitar que pequeños fragmentos metálicos caigan al interior. Si lo de tragaaldabas es solo un dicho, pero no hay por qué hacerla de faquir sin vocación.
6 comentarios:
a mi siempre me pasa eso con la leche, quitas la madre de aluminio y queda la peliculita de plastico, no queda mas que el dedaso o el cuchillo... y bue.. por cierto el otro dia me salio un litro agrio :S blag!
Toma Coca, /malditasea/.
Eso pasa por andar tomando cosas sanas
a veces no entiendo el "abrase fácil" porque siempre se termina complicando el asunto jeje.
si tan sólo esto lo leyeran los diseñadores industriales... :(
Trajeado, habrá entonces que organizar la queja, es un mal más común de lo que pensaba. Lo de la lecha agria sí estuvo del nabete.
RRR, eso digo yo. Es más, ahora me caería excelente para mi presión arterial :P
Jana, eso es solo una trampa!
Jo, claro, si tan solo le hicieran caso a los consumidores, jaja.
Qué horror! No hay de otra, ahorrarse la tapita abre fácil y ocupar las tijeras!
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