Inauguración

En esta semana, fui de colada a la inauguración del hospital Ángeles en Puebla, para empezar una filísima de coches y justo en la infernal fila me percaté que no tenía mucha gasolina como para andar esperando pacientemente, háganse a un lado que me urge estacionarme. Ahí le dejé el coche al valet parking, jeje ni para que ordeñen mi tanque, trae la justita para regresarme a casa, previa parada técnica en la gasolinera cercana. Y bueno, yo voy en mi ropa de tarde, ni piensen que voy a gastar mis garras solo por ir a comer canapés. Y Ohhh nooooo, hubo quienes llevan su traje de luces, vestido largo? noo toda la bola de especímenes cocteleros, jaja la clásica parvada de señoras con la nariz operada, que no tienen ni idea de servicios de salud, pero lo importante es salir en la nota de sociales. Ahh como disfruto lavarme las manos con ellas a mi lado en los lavabos del baño. El comparativo inevitable marca 1 punto a mi ego.

El hospital pues grande, se ve bonito, moderno, consultorios espaciosos (será porque todavía no hay muebles?), olor a pintura recién pintada, por si las moscas yo no toqué nada no sea que se cayera algo.

Lo mejor de la noche: Canapés con paté de ganso y unos bocadillos de camarones.

Lo peor de la noche: El gober precioso. Todavía no me repongo de la sorpresa, está bien chaparro! quién lo viera, tan chiquito y tan canijo?.

Y bueno, en este blog yo soy la héroe de la película, ...papá.

Lo pésimo, había moscos, no se puede pedir menos en época de lluvias, y es totalmente comprensible. Pero las edecanes, todas con su bote de spray, rociándose entre ellas, y creo que ese era com parte del show. Los invitados, que pasen por ahí solos, ellas estaban ocupadas en rociar a su compañera.