Conversaciones ajenas

Hace unos días, tuve que... ir a pagar el recibo de la luz a un banco.

Dicho sea de paso, detesto hacer esas diligencias. No por lo de pagar, que eso tampoco es que digamos un ¡huy qué alegría!. Pero, tener que hacer fila ahí en un banco, me crispa los nervios. Encima, el motivo de tener que hacerlo de ese modo era porque en un cajero recibí un billetito de 200 lucas, pero sin un pedacito en una de sus esquinas, y ya no valía en ningún lado, o en ningun negocio (intenté 3) me lo aceptaron. Recontra!

Así que inspirada y henchida de paciencia, me encontraba en la fila de espera. Atrás de mí, había una pareja de amigos, una chica y un pelafustán, adultos jóvenes... en un momento de su plática, el tipo menciona, en la expresión del más humilde entre los pudientes, que solo busca farolear... -Noo, si yo soy el más amolado de mis hermanos.
Aquí uno entiende, él es el jodido, y con jeta de superioridad. Presto más atención disimulando poco la impaciencia por mi turno en la ventanilla. El tipo prosigue -tengo una hermana la cual es dueña de varios negocios a un lado y otro de la central de autobuses.
Pero el otro hermano, para lo cual el tipo hace una cara de supremacía, lo que viene es el puesto soñado para quien quiera ser gente de grandes recursos económicos. - El otro, pssss es judicial.



Vivo en el planeta de los simios. En el mundo del absurdo. Diría que me resultó molesto, la verdad es que nunca podría acostumbrarme a escuchar eso, aunque lo escuche una y otra vez, y sea tomado como algo que así deba ser, o el así funciona todo.
Me dió tristeza y enojo. Aunque tampoco lo niego, me causó la risa que da el absurdo. El gran puesto, el gran ingreso económico y esa sensación de omnipotencia, sin duda alguna, está respaldada en un sinfín de acciones delictivas de parte de quienes se supone que son parte de la justicia. Y el hermanito "más amolado" supone que es algo de lo cual presumir...


Me tocó mi turno y puse pies en polvorosa, no sea que se les ocurra llegar al hermano y amigos, a hacerle compañía a su hermanito presuntuoso.

Pena ajena.