jueves, 7 de octubre de 2010

Otra historia más del planeta de los simios

Un día, un día... voy a oprimir ese botón rojo de destrucción masiva para los humanos que se hacen pasar por simios, a los incompetentes, y otro tanto de personajes indeseables, transas y malhechores.

Luego del percance de ayer, donde mi egomóvil demostró que no es tan endeble, y aguantó un guamazo perdido, sigue el rosario de calamidades. ¿A qué hora empieza la lluvia de sapos?

Por la tarde, al pagar unos libros, me percaté de que no existía más en mi haber mi tarjeta de débito.
Inmediatamente tomé cartas en el asunto para neutralizar cualquier mal uso de mi dinero, por alguien que no sea yo.
De los males el menor, y afortunadamente era de fácil solución.

El otro episodio sucedió hoy, cuando fui a reclamar lo de un pago que cobraron doble vez, en un servicio de lavandería que ocupé.
De inicio empezó como un mal entendido, al no ir personalmente a recoger las prendas, al acompañante a pesar de llevar la nota le volvieron a cobrar. En cuanto llegó al búnker y me comentó el costo, inmediatamente marqué al establecimiento para arreglar el problema y reclamar mi dinero. Ya habían cerrado. Siendo fin de semana no hubo mucho por hacer. El lunes llamé nuevamente y luego de un rato en el que quien me respondió hizo lo que aparentaba ser un chequeo en su sistema y verificó que en efecto nos habían cobrado doble vez, así que el trato era pasar a recoger el importe o llevar otras prendas que ajustaran ese cobro. Decidí la primera opción. Hoy me apersoné al establecimiento y me dicen que uhhh hubiera ido antes, ya no hay nada que hacer, que por qué en mi nota no dice "prepago", que a ver si cuando aparezca la dueña que tal vez venga el fin de semana, que un día me llamarán por teléfono, tal vez.

Grrrr.
La persona que me cobró, es la misma que me incrimina que por qué no dice prepago en mi nota!!. Si me hubieran avisado que como cliente yo tenái que hacer mi nota y saber que en su establecimiento debo anotar prepago al momento de pagar., todo fuera tan fácil como eso.

En fin, ante la nula devolución de mi dinero, decidí recurrir a PROFECO. En donde luego de un pase de llamadas, y anuncios de diversos servicios del changarro, explico el problema y me explican brevemente que requiero nota de los dos pagos. WTF!!
No acaso solo dan una nota por un servicio? o de cuándo acá uno lleva su nota, y te dan otra al momento de pagar. Así que en resumidas cuentas no se puede hacer nada.

Oh decepción.

Así de inútiles todos los esfuerzos.
El monto reclamado bien puede ser una bicoca, no me hace falta pero fue ganado centavo a centavo mediante mi propio esfuerzo. En cambio, el establecimiento ganó por algo que no trabajó.
Y quien debiera procurar el buen uso y manejo de los establecimientos, y defender al usuario poco puede hacer por un exceso de burocracia. Sinceramente no era mi interés empreder acción legal, creo que una suficiente llamada de atención a los establecimientos que incurran en errores de este tipo era más que suficiente.

Por supuesto que esto es para engendrar en pantera, y la cordura es un bien escaso. Afortunadamente tengo mi jardín zen, y si algo queda claro es que no vuelvo a pisar ese establecimiento, habiendo otros dos lugares a 20 pasos hay de donde escoger, y aunque parezca uno paranoico, revisar que diga pagado por anverso y reverso de las notas. ¿Se podrá grabar un video del momento en el que uno paga? por si se requiere más evidencia. O asesorar al acompañante y repetirle que jamás encargo un servicio sin que haya pagado la totalidad del monto, para que no lo vuelvan a agarrar en curva.

Me pregunto, si en vez de haber sido yo la damnificada, hubiera sido uno de los protagonistas del pleito de ayer, qué habría pasado?. Supongo que nada bueno.

Pareciera ser, que todo apunta para empeorar más las cosas, y las personas que actuamos correctamente somos una especie en peligro de extinción. Habrá que salvar el pellejo.


1 comentario:

HSR dijo...

Habrá que pedir una profeco que supervise a la profeco, pero seguiremos en ese bonito círculo vicioso de la buroignorancia mexicana que nos tiene arrodillados.

Como dices, tan fácil buscar otra alternativa, pero la frustración de regalar lo que nadie nos regala nos produce ese sabor de boca de la medicina de la abuela ante las molestias.

No queda de otra más que convertirnos en mejores clientes, más exigentes y saber buscar mejores opciones. Te acompaño en la molestia, pues en casa también hemos pasado en otras instancias el calvario denominado "devolución".

Saludos

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