Abordaje

Una conversación casual con una amiga hace unos años a la salida del hospital...

Amiga: ¿Te fijaste como te miró ese tipo? A eso le llamo una mirada lasciva.

Demasiadoego: Ni siquiera me percaté, pero no hay problema, estoy acostumbrada.

Ambas entre risas tomamos el transporte colectivo en el profundo sur de la ciudad de México.

Y que me miren o me digan realmente no es algo que me haya incomodado jamás, aunque no soy del tipo exhibicionista, tampoco me espantaría haber trabajado de streaper aunque temo que mi afición a los tacos no lo habría permitido, ahh también mi padre seguramente hubiese puesto objeciones al respecto, viniendo de una familia tradicionalmente conservadora descarté la posibilidad antes de siquiera quererlo.

En México lindo y querido es común recibir un piropo, somos gente querendona, en algunas ciudades un poco más extrovertidos que en otras, y un halago puede tener un poderoso efecto benéfico sobre nuestro yo, vaya de vez en cuando que te digan "que buena estás" de salud y estéticamente, se agradece. Y sin irse al otro extremo de requerir ser halagado siempre, vaya, todo mundo tiene su público potencial pero es perfectamente aceptable no ser requerido por algunos.

Pero, ¿hasta dónde es halago y dónde comienza la ofensa?

No me ofendí cuando alguien a la salida del metro Sevilla me dijo "que buena teta tienes" (no puedo evitar reir hacia mis adentros pero me hubiera gustado preguntar a cuál se refería, a la derecha o a la izquierda?)

O, "mammmmcita, contigo sí toooda la noche" (promesas que difícilmente alguien cumpliría).

Sin embargo, hoy un sujeto me preguntó por el nombre de una calle, orilló su camioneta a la acera donde yo caminaba, como desconocía la ubicación por la que preguntaba así lo dije y proseguí mi camino, crucé la calle y el tipo nuevamente me pregunta, ahora su camioneta la había conducido de reversa y a la calle donde ahora yo me encontraba, con su speech -De dónde eres? Eres Venezolana?, (y con libreta y bolígrafo en mano), podrías darme tus datos? me gustaría platicar contigo nuevamente, tu acento me agrada.

Solo atiné a responder, no soy de Venezuela, y gracias pero NO habrá oportunidad de volver a vernos, tenga un buen día.

Dí vuelta a la calle, y él de reversa decidió conducir su vehículo por la avenida en la que yo iba, sin dudarlo crucé la calle para colocarme en sentido contrario. No solo me resultaba molesta su insistencia, sino atemorizante. Para cuando el tipo pudo haber dado vuelta yo ya estaría lejos de su vista y su alcance. No son las palabras sino su actitud, su mirada me incomodó, su duda sobre la ubicación de una calle parecía que quería encontrarla en mis protuberancias, no aún no soy buena guía roji.

Creo que hay un límite de espacio, físico e imaginario, de contacto verbal y visual, mucha gente puede querer saber de ti, y uno estar dispuesto a mostrarse en varios aspectos, así sucede en el trabajo, en la calle, en sitios públicos, incluso el internet, con la gente que uno conoce casualmente, y creas lazos si gustas. Pero debe existir una disposición de ambas partes, si es un abordaje sutil, y generas confianza que permita fluir una comunicación, sin duda habrá plática e intercambio de cualquier tipo, y saber aceptar un NO, cuando otra persona no está interesada en compartirte su vida.

Y tú? ¿Cómo abordas? y lo más importante, ¿cómo prefieres que te aborden?