Nuestro Grinch

Todos tenemos un Grinch. Aunque el mío es bastante convenenciero, para éstas fechas sólo hay algunas cosas que me parecen difíciles de soportar y es el exceso de artículos navideños, tiendas saturadas, pero se aligera bastante bien, no lo niego, me alegra recibir regalos.
Aprovechando: La grabadora no es de video, la quiero de voz!

Ok, fuera de época, pero nunca he vivido un episodio Grinch propiamente navideño, ni conozco a alguien que exagere su personaje, así que mi única experiencia Grinch, ocurrió un Febrero 14, (yo tengo mis grinch para cada festejo del año) no recuerdo en que año, maldito Alzheimer! . Mi cuenta amorosa estaba en números rojos, había sido una mala época peor que la de vacas flacas, mi amigo el Sr. Hyde, pues digamos que estaba igual pero en él es como una costumbre, o sea fregado siempre, y es que abusaré del lamento pero, que joda nos acomodaron nuestros respectivos fantasmas, en esa racha todavía R y A tenían peso en su historia. Y Sr. Hyde celebra su cumpleaños casi en la fecha fatal, pues decidimos festejar, el comité de festejos se encaminó al cine... las opciones de películas no eran buenas, de por sí respirar tantos corazones dibujados, empezaba a intoxicarnos, escogimos por mandato divino: la función más próxima.
Mientras esperábamos nos chutamos escenas para alimentar nuestro Grinch, decenas de noviecillos tiernos, intercambio de regalos, amor, tarjetas, amor, abrazos, amor....... ok, nada de lo que uno no salga con vida, ahora que según nuestras estadísticas realmente muy pocos de los que se veían felices lograrán mantener ese estado más allá de 2 meses, al menos con la misma pareja. Entramos a la sala, pero la mejor escena la tuvimos atrás de nosotros, justo antes de que empezara la película, intercambiabamos información sobre todos los personajes que veíamos entrar, y al fijarnos en los asientos de atrás, un chico, con un globito rojo, su regalito, solo, con la lágrima resbalando en el rostro. Nos congeló la sonrisa, pero no niego que tuvimos una especie de alegría insana, no por la tristeza que mostraba el chico, sino por la certeza que siempre hay alguien más jodido que uno, por lo que siguiendo las leyes de Murphy, si pensábamos que estábamos mal, pues todavía hay escalones más abajo. La película nunca nos capturó tanto como esa escena real. Somos unos diableques pero hasta la fecha nos sigue provocando risa nuestro patético Grinch del día del amor y la amistad.